EN EUROPA

IRLANDA

Aunque las primeras referencias al encaje en Irlanda se remontan al siglo XVII, nunca se estableció a gran escala y, la mayoría de las referencias del siglo XVIII se relacionan con un intento de promoverlo artificialmente. Los registros de la “Dublin Society” en 1739 muestran que había tres escuelas en las que se enseñaba encaje de bolillos; y que intentaron fomentar la industria mediante subvenciones y una serie de premios.

Parece que el encaje de aguja no tuvo importancia en Irlanda durante el siglo XVIII; pero en 1743 una pieza descrita como “hecha completamente en encaje de aguja de “real point”, junto con las instrucciones de la Society de que los artículos debían ser una imitación del encaje de Bruselas o de Milán sugiere que generalmente el término era usado a la ligera para describir finos trabajos de “whitework”, trabajos de bordado en blanco sobre tela blanca del tipo Dresden.

La comunidad de Moravia (una de las tres regiones de la República Checa) que habían comprado tierras en el condado de Antrim, Irlanda; comienza a producir, hacía 1783, también whitework, tambour work (bordado sobre bastidor) y, un poco más tarde el encaje de bolillos; sus actividades continúan hasta el siglo XIX. Finalmente, Dublin como Londres fue un centro de oficios de lujo incluyendo los que dependían del hilo de metal. En 1762, se llevaron encajeras de hilo de oro y plata desde Hamburgo a Dublin y la Society les dio cerca de 500 libras para ayudarles a establecerse, en 1767 había un solo productor de hilo de oro y plata en el país. Nunca fue fácil para la industria del encaje y el bordado crecer y expandirse.

ESCOCIA

En Escocia los esfuerzos por introducir las industrias de nuevos textiles se concentraron en la plantación de linaza (lino) y el tejido del lino, y consecuentemente en el bordado en blanco. Aunque hay una cierta cantidad de encaje que parece fue hecha localmente, sólo una o dos empresas semicomerciales estaban asentadas, incluida la que dirigía la duquesa de Hamilton como parte de su apoyo a la industria del lino.

Aunque es posible que parte del “encaje” hecho en Hamilton fuera muselina bordada, los viajantes mencionan la producción de encaje de bolillos entre 1769 y 1799; lo que hace pensar que la industria escocesa prospero en la moda que caracterizó el siglo XVIII, encajes más ligeros con hilos bastos.

No obstante, la industria encajera escocesa no estaba firmemente asentada y no hay muestras de que sobreviviera a los reveses de finales del siglo XVIII.

DINAMARCA

El desarrollo de la industria encajera danesa durante el siglo XVIII discurre en paralelo con la de los condados ingleses de Midlands; el encaje de los dos países es similar en técnica y estilo.

La industria danesa está centrada alrededor de la ciudad de Tönder. La importancia de la manufactura del encaje en la zona se ve en una serie de informes oficiales: en 1737 un estudio ministerial afirma que no hay ninguna industria, excepto el encaje en el condado; y en 1767 el magistrado del condado asegura que “el comercio del encaje es lo más importante y lo que trae más dinero al distrito, más que vacas, caballos o cualquier otro mercado allí”.

Como en Inglaterra, a mediados de siglo se vio un apoyo a la industria: se prohibió la importación de encaje extranjero y hubo restricciones en la libertad de desplazamientos de las encajeras que tenían prohibido emigrar.

No es extraño que el encaje danés se parezca mucho al encaje de Valenciennes o Mechlin, aunque en general sus patrones no eran tan finos. También tenían unas pequeñas diferencias en técnica, como el hacer nudos cuando las encajeras danesas añadían pares, usaban un hilo más grueso y el hilo brillante de contorno; con un simple fondo de red de pares girados asociado al encaje de Lille.

ITALIA

El declive de los mayores centros encajeros de Italia había comenzado en el siglo XVII, y los cambios en la moda de 1700 fueron el último golpe; incluso afectando a la industria del encaje de Milán que no se había visto dañada por el crecimiento de la nueva industria francesa. A pesar del continuo patrocinio de la Iglesia, en el siglo XVIII se produce el declive del encaje milanés, y los maravillosos encajes barrocos del siglo XVII degeneran en pobres copias de encajes franceses de moda o los encajes flamencos del siglo XVIII.

La industria italiana parece haber tocado fondo en la década de 1730 cuando, con la creciente popularidad de los accesorios de encaje el país es inundado con encajes extranjeros. La situación mejoró, como en otros países, con el aumento del gusto por los encajes de hilo de lino y seda gruesa entre 1750-1770.

La situación en Venecia es ligeramente diferente; el encaje, tanto de aguja como de bolillos, continua en las escuelas para las hijas de los nobles. Este era principalmente un encaje de aguja espeso, al estilo del siglo XVII, usado por la Iglesia y que no tendrá oportunidad de introducirse en el mercado comercial.

ESPAÑA

La mayoría de los expertos del siglo XVIII mencionan las enormes cantidades de encaje que se exportaban a España desde Francia y Flandes y, en menor escala desde Suiza, Inglaterra e Italia; aunque la mayoría se reexportaba a la América Española y Portuguesa, en España queda una cantidad considerable.

Desde el siglo XVII se hacían algunos encajes en España y hacia finales del siglo XVIII ya se considera que la industria local está asentada, cuando se introducen unos relativamente sencillos encajes de seda y lino.

La mantilla y los elaborados trajes regionales son los que sostuvieron el encaje en los siglos XVIII y XIX en España, cuando apenas se utilizaba para adornar vestidos. Loes encajes de seda se hacen en Almagro desde 1766.

 

 

Fuente: LACE. A HISTORY de Santina M. Levey

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