MODA Y ENCAJE. 1789-1815

La ejecución de Luis XVI y María Antonieta en enero 1792 y la guerra que comenzó entre Francia y Austria el mismo año, tuvo repercusiones en toda Europa; y aunque su impacto en la moda y en la industria del encaje fue de escasa importancia comparado con su significado político, sí tuvo efectos económicos que afectaron al mercado internacional los siguientes 20 años.

Uno de los efectos inmediatos de la Revolución fue la fuga de exiliados que llevaron a otras Cortes Europeas sus gustos y sus modas. Esto también afectó directamente a la industria francesa del encaje, ya que la aristocracia había desaparecido. Alençon/Argentan prácticamente se hundieron y Valenciennes, en la frontera con Austria fue bombardeada durante 43 días en 1793 y en 1795.

El impacto de la guerra, la ruptura de la sociedad y la tendencia a apartarse del encaje también dañaron el comercio del encaje de Bruselas y de otros centros encajeros flamencos, pero, aunque drásticamente restringida, la industria del encaje no desapareció completamente ni la sociedad europea renunció al lujo y los trajes elegantes.

El estilo de moda femenina durante “El Directoire” (gobierno francés 1795-99) mostraba una nueva simplicidad y aparte de los tocados que continuaron siendo extravagante creaciones con mallas, cintas y encaje rematado con imponentes plumas, había poco campo en los sencillos corpiños y largas faldas lisas para decorar con encaje hecho a mano.

La moda de la década de 1790 y los primeros años del siglo XIX se basa principalmente en vestidos sin adornos, en los que raramente se aplica el encaje, solo algunas puntillas en cuello y puños; solamente en los arcaicos vestidos de la corte se muestra un mayor uso del encaje. El vestido de muselina blanco que representaba el estilo neoclásico durante la época de Napoleón, era en su esencia griego. Conviven los rotundos vestidos y las ligeras túnicas; aunque había otras alternativas como la gasa y el tejido de leno que se llevó en gran cantidad como si fueran ligeras sedas y aparecen los tules bordados formando parte de la moda.

La industria francesa estaba protegida por las regulaciones de prohibición de importación de encajes, pera la superioridad técnica de las mallas inglesas dio lugar al crecimiento del lucrativo negocio del contrabando.

La contribución hecha por el encaje a los vestidos de esta época no parece muy grande a los ojos actuales: durante los primeros años del siglo consistió principalmente en pequeños volantes, unos pocos ribetes y uno o dos velos; y un gran número de gorros de encaje. Sin embargo, en 1810 grandes velos y chales y vestidos completos de encaje se hicieron muy populares.

Napoleón llevó a cabo varias medidas para apoyar el sector del encaje, una fue reforzar el decreto de Berlin de 1806 que prohibía todo comercio con Inglaterra y amenazaba con la guerra a cualquier país que lo hiciera.

El mercado inglés era muy valioso y aunque la prohibición no era completamente obligatoria, pero fue un duro golpe para todo el mercado continental de encaje. En cambio, el aislamiento inglés fue un gran beneficio para las encajeras inglesas y durante los sombríos años del periodo post-napoleónico.

Los ingleses volveron a sus años dorados del encaje: El encaje de Buckinghamshire estaba en su mejor momento, haciéndose grandes fortunas con su venta. En Bedforshire, la manufactura de encaje se mantiene y aunque la producción no es tan fina como otros, continúa teniendo demanda.

La mayoría de los encajes hechos durante el periodo Napoleónico consistían en una red: de punto de drochel, o de lazadas de ojales de Alençón y Argentan o del fondo cada vez más popular, girado de Lille, Buckinghamshire y algunas veces chantilly. Estos fondos de malla estaban normalmente salpicados por pequeños puntos o diminutas hojas y los bordes estaban decorados por minúsculos diseños de hojas y flores entrelazadas. En las piezas grandes, como chales, velos o encajes para el hogar, se utilizaban grandes diseños florales, también se incorporan a los diseños neoclásicos las guirnaldas de laurel, los patrones griegos y los motivos arquitectónicos.

Un grupo de encajes pertenecientes a la época napoleónica tiene diseños más grandiosos que representan el gran logro de la tradición encajera del siglo XVIII. Los que han sobrevivido vienen principalmente de Bruselas; uno de los últimos ejemplos es un magnifico cubrecamas hecho para el emperador de Rusia Nicholas I. Está decorado con la corona y el águila imperial rodeado de una guirnalda de flores, un motivo que se repite en miniatura en las cuatro esquinas, grupos de flores decoran los bordes y el fondo drochel está salpicado de diminutas flores.

Con el tiempo, la técnica fue utilizada para hacer piezas seculares que reflejaran el espíritu de la época más exactamente. Algunas de ellas se han vinculado con el pintor francés Jacques Louis Daved (1748-1825) que fue efectivamente el pintor “oficial” de la Revolución y además de sus pinturas históricas y neoclásicas, trabajó en diseños para concursos en la corte.

En general, las modas del periodo napoleónico tanto en vestir como en el hogar ofrecían pocos campos para mostrar el virtuosismo técnico por parte de las encajeras.

 

 

Fuente: LACE. A HISTORY de Santina M. Levey

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