MODA EN EL ENCAJE 1690-1770

Los diseños de encaje cambiaron como respuesta al desarrollo estilístico general En el siglo XVIII, por lo que la relativa popularidad de los diferentes tipos de encaje se alteró en respuesta a los cambios en la moda. Aunque no es posible detallar todos los cambios que tuvieron lugar tanto en Europa como en América, se puede decir que la mayoría de los nuevos estilos se originaron en la Corte francesa y fueron seguidos rápidamente por los líderes en moda de todos los lugares. Sin embargo, los nuevos estilos no se siguieron necesariamente en todos los detalles.

La mayoría de los estados de Italia siguieron el estilo francés bastante de cerca, pero en Venecia, donde la moda suntuaria seguía en vigor, la gente continuó prefiriendo un estilo de vestimenta más sobrio.

En algunas cortes de los países del Este de Europa, las arraigadas preferencias por el estilo nacional marcaron importantes cambios en el estilo francés, aunque no tantas como en el siglo XVII. La América Portuguesa y Española eran áreas notablemente conservadoras, donde el encaje era importante, y continuaban estando de moda estilos de hacía cerca de 50 años.

Normalmente los cambios en la moda no se hicieron de una forma abrupta y la sucesión de estilos siempre se solapaba dentro de una sociedad en concreto y de un país a otro. Aún así podemos distinguir varios periodos:

1690-1715

Alrededor de 1700 en toda Europa se abandonan las modas y el encaje del siglo XVII en favor de un estilo en el que el encaje tiene poco protagonismo.

La reducida, aunque aún considerable, cantidad de encaje que se vendía en el mundo era principalmente encaje de bolillos flamenco para ropa interior y de dormir. La excepción a esta norma era el rígido traje formal que se llevaba en ocasiones de estado y para el que el encaje de aguja era más apropiado.

Algunas de las cortes más solemnes, España, partes de Italia y el mismo Francia, continúan usando encaje de aguja francés, sobre todo en la ropa masculina. La iglesia católica continua con su mecenazgo del encaje de aguja francés e italiano y del espeso encaje de bolillos del norte de Italia. Estos encajes también tenían su lugar en la decoración de mobiliario de la época.

1715-1750

La vuelta al encaje comenzó a mediados de la década de 1710, con el perfeccionamiento de la densidad y el uso de la muselina imitando el encaje de bolillos. El encaje, principalmente el encaje de bolillos flamenco, reapareció en gorros, pañuelos, delantales, volantes.

El boom del encaje de mediados del siglo XVIII comienza en la década de 1730, y hasta la década de 1770, el encaje consiguió una popularidad que igualaba y probablemente superaba la que consiguió en el siglo XVII. Su uso se extiende a las clases sociales más bajas, y desde el Este de Europa hasta el Nuevo Mundo. La cantidad de encaje consumido por la gente acomodada es enorme; en gran parte por la nobleza de Francia que era notablemente extravagante y las cantidades que gastan en sus ajuares son especialmente impresionantes; eran decenas de miles de libras.

Inicialmente el encaje de bolillos flamenco mantiene su espacio como encaje destacado, aunque va unido al encaje de aguja de Bruselas desde 1730. Hubo también un uso creciente del espeso encaje de aguja francés en los accesorios de la moda masculina y se mantiene el uso básico del encaje en las ocasiones ceremoniales. La cuota de mercado que mantienen los encajes de bolillos, antes desproporcionada, se redujo aún más a partir 1740, al tiempo que los diseños de encaje se hacían más ligeros y el fondo de malla cobraba una importancia creciente.

DÉCADAS 1750 y 1760

En la década de 1750 se dio un abrupto cambio en la moda que afectó radicalmente al comercio del encaje.

Aunque el encaje de Bruselas, Mechlin, Valenciennes, etc…continúa vendiéndose en toda Europa y América, la extraordinaria popularidad de las blondas fue una marcada característica de medidos del siglo XVIII, como dan testimonio muchos retratos. Las cuentas e inventarios dan la misma historia.

Las suaves blondas eran bastante diferentes a los encajes clásicos de Bruselas, Valenciennes o Argentan; sus simples y geométricos modelos eran ajenos a los diseños contemporáneos. Las blondas, por su delicadeza y brillante textura encajaron en la moda del momento. Los volantes caídos, los gorros, los suaves pañuelos y los delantales también ayudaron al incremento de la fama de sus hilos. Fue una moda que dio un ímpetu a los centros secundarios de encaje de Francia, Inglaterra, Italia, España, Escandinavia e incluso de Alemania y América.

 

 

Fuente: LACE. A HISTORY de Santina M. Levey

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