ORÍGENES FILOLÓGICOS DEL ENCAJE

ORÍGENES FILOLÓGICOS

En el siglo XV aparece la primera referencia al “encaje”; se trata del manto que llevó Ricardo III en su coronación en 1485; pero en realidad está hecho a base de cordones y trenzas.

Y es posible que las últimas referencias a la pasamanería en esas fechas, ya se refieran a los primeros encajes de bolillos; aunque los retratos y documentos de la primera mitad del siglo XVI indican la insignificancia de cualquier encaje que existiese. En la segunda mitad parece que el término fuera usado para referirse a muchos tipos de adornos, incluidas las primeras formas, propiamente dicho, de encaje.

Es a finales de siglo cuando los retratos ya empiezan mostrar más claramente ejemplos, aunque pequeños, de verdadero encaje, y ya esta referencia a la palabra “encaje” empieza a ser más común.

En Inglaterra, el primer significado que encontramos para la palabra ENCAJE (antes del siglo XVII) es: corbata, trenza o cordón. Tampoco en Francia, Italia o España encontramos una descripción de encaje antes de este siglo.

LOS LIBROS DE PATRONES Y EL ENCAJE DE BOLILLOS

Los libros son al menos una guía para conocer el desarrollo del encaje de bolillos.

Aunque desde el origen, en las cubiertas de los libros se mostraba a mujeres bordando en bastidores y cojines, incluso tejiendo en telares o trenzando marcos, no aparecen haciendo encaje de bolillos. Esto sugiere que, quizás los patrones existentes no se podían aplicar a la técnica del encaje de bolillos; aunque tampoco eran adecuados para tejer. Pero, además parece indicar que la práctica del encaje de bolillos no era considerada un entretenimiento acorde a las señoras a la moda.

En 1559 aparece un libro de patrones de encaje de aguja, no bordados, que también incluye diseños para encaje de bolillos. Y en 1592, en Italia, existe otra publicación de patrones que también podrían servir a esta técnica.

Es difícil identificar los patrones para encaje de bolillos entre los diseños para bordados y encaje de aguja. Sólo hay un patrón que parece servir para esa técnica, con unas líneas marcadas por pequeños agujeros que pudieron servir como piques para encaje de bolillos.

Es mucho más normal el uso de esta técnica en el siglo XVI con los patrones publicados por Isabetta Catanera a partir de 1595 y por Matias Mignerak en 1605. En estos libros los encajes son ligeros, bastante finos y se ve claramente el trabajo longitudinal de los hilos. Eran picados que requerían pocos bolillos. Son una versión más fina de los primeros encajes de bolillos, más pesados.

Se usaron para añadir al encaje de aguja, aumentándolo. Se pueden ver formando bordes puntiagudos en muchas de las golas de encaje de aguja a partir de 1570.

Este aspecto afilado es muy diferente al de los primeros encajes de bolillos, que eran gruesos, trenzados y claramente diseñados para aplicar a la ropa de casa o a pesados trajes.

Los libros I y II de Le Pompe, publicados en 1557 y 1559, están dedicados exclusivamente al encaje de bolillos; contenían 30 páginas de picados.

El libro I consistía, principalmente en inserciones geométricas entretejidas y unos pocos ribetes de encajes, mientras que el libro II incluye diseños entrelazados más libres. A pesar de su aparente simplicidad, no son fáciles de trabajar, ya que aunque están formados, sobre todo por trenzas o sólidos trabajos a tejido, se necesita un ganchillo para unir muchas partes de los patrones y muchas de las intersecciones son muy complicadas.

Fuente: LACE. A HISTORY de Santina M. Levey

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