EL ENCAJE BARROCO. 1650-1710

El estilo barroco que había evolucionado en Italia a finales del siglo XVI e inicios del XVII, domina Europa durante la segunda mitad de este siglo. Estilo enérgico, rotundo, basado en la profusión de motivos y el movimiento.

Se aplicó a las bellas artes y en las artes decorativas con el mismo éxito; sus atrevidos motivos, particularmente el de abundantes hojas curvadas, aparece en todas las manifestaciones artísticas del momento.

Incluso las artes más efímeras se ven afectadas por la  nueva tendencia, como los trajes de moda de la época- Se utilizan textiles decorados con diseños barrocos y otros adornos para crear un efecto aún más barroco. El encaje hizo una gran contribución a la vestimenta, siendo el encaje de aguja de Venecia el que mejor se adaptaba.

ENCAJE DE AGUJA VENECIANO

A mediados de la década de 1650 las encajeras venecianas habían elaborado la técnica del “encaje por partes” y podían, si era necesario, dividir los grandes diseños barrocos en secciones para distribuirlos entre varias trabajadoras. Esto hacía más rápida la producción de cada pieza y eran capaces de hacer de forma masiva vestidos de volantes, cortinajes y manteles de altar.

Debido al tamaño de estas piezas y a la magnitud de cada uno de los motivos, los diseñadores de encaje y encajeras tuvieron que ampliar la técnica de sólidos puntos, que habían sido adecuados para los pequeños diseños lineales de los primeros encajes de aguja.

Para afrontar este problema trabajaran en tres líneas: primero, los atrevidos patrones barrocos se diseñan para mostrar un cuidado equilibrio entre las formas sólidas y el espacio. En segundo lugar, la densidad de los puntos de ojal, utilizados en la primera mitad de siglo, se rompió por el uso de gran número de puntos de relleno y finalmente, se le dio relieve a la superficie lisa mediante detalles en 3 dimensiones.

La primera muestra, encaje obviamente barroco, data entre 1650-60. Técnicamente es un encaje imitado, construido con cintas de tejido y con espesas líneas exteriores de cordón; representa a un grupo de encajes que aparecieron anticipándose a los verdaderos encajes barrocos.

Las dos siguientes representan encajes barrocos a partir de 1660, sus atrevidos patrones son enfatizados por detalles tridimensionales que se crean formando haces de hilos sobrecosidos con puntos de ojal, este espesor es aligerado por el uso de delicados puntos de relleno.

Este rico y pesado encaje se adaptaba a la moda formal de la corte española y a las cortes italianas y alemanas que seguían su iniciativa. También fue promocionado por líderes eclesiásticos de la reforma que jugaban una parte importante en la expansión del estilo barroco a través de la Europa católica.

Francia, con Luis XIV se convierte en una potencia dominante en Europa y la supremacía política y militar se acompañó de una influencia permanente en las artes. Aunque el estilo barroco que la corte adoptó inicialmente para expresar visiblemente su grandeza fue más formal que el de Italia, en el ámbito de la moda volvió al encaje de aguja barroco veneciano.

ENCAJE DE BOLILLOS MILANÉS

Es difícil probar que las piezas de encaje de bolillos del siglo XVII, atribuidas hoy a Milán, lo sean. Por un lado en 1679, Carlos II rey de España `(y Duque de Milán) prohíbe llevar o importar encaje, sobretodo de Venecia y Genova; a excepción del encaje de oro y plata que se producía localmente; en 1693 las encajeras milanesas, en vista del hundimiento de la industria local, solicitan que este permiso se extienda a los encajes de lino; el que trabajaban en las casas y en los conventos.

La suposición de que ambos encajes, de lino y metálicos, se hacían en Milán es sustentada por la cantidad de encajes que han sobrevivido en los que se combinan los dos tipos de hilos y por las similitudes estilísticas entre algunos encajes de lino y otros de metal.

Es muy posible que, al menos parte del gran grupo de encaje, que hoy llamamos milanés fuera hecho por encajeras venecianas y que también muchas de ellas vinieran de Genova, ya que ningún otro encaje de la segunda mitad del siglo XVII ha podido ser positivamente identificado como genovés, a pesar de su conocida popularidad en la época anterior; parece más que probable que en la época barroca se convirtiera en milanés.

Encaje barroco milanés completamente emplumado del tercer cuarto del siglo XVII; tiene claras conexiones con el encaje de aguja de Venecia: por las líneas exteriores de cordón espeso y el uso de hojas de guipur tridimensionales.

El encaje de Milán se utilizó masivamente para manteles de altares, adornar albas del clero y decorar muchos símbolos religiosos con imágenes de la historia cristiana. Pero también hubo otras piezas de uso doméstico.

Con un exquisito pequeño panel representando una pareja vestida a la moda alrededor de 1675, en compañía de la diosa Diana que solamente pudo ser hecho para uso secular. Se consigue una ingeniosa representación de otras técnicas: textiles, botones, punto y encaje son todos representados en los trajes de estas dos figuras.

Todas las piezas están basadas en los encajes de cinta a punto tejido del segundo cuarto del siglo XVII. Las cintas todavía se hacían con pocos pares, pero habilidosamente formadas, se les añadian pares extras para conseguir realizar las curvas que exigía el patrón. A pesar de la impresionante longitud de algunas de estas cintas, el encaje de Milán se hacía en partes que luego se unían con ganchillo. También se ganchillaban las barras de unión y los fondos de malla. La mayoría de las barras estaban formadas por cuatro hilos trenzados trabajados entre barras contiguas y se decoraban con picots. Al trabajarse en partes, los fondos están hechos en varias direcciones. Las encajeras milanesas normalmente terminaban cada sección de rellenos independientemente del resto, aunque en algunas piezas más abiertas llevaban los hilos de una sección a la siguiente por detrás del encaje; pero en general esta técnica es más propia de los encajes flamencos relacionados con Milán.

 

Fuente: LACE. A HISTORY de Santina M. Levey

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